El 18 de mayo de 2005 en Antuco, una se realizó la marcha donde 44 jóvenes conscriptos del Ejército y 1 suboficial murieron de hipotermia.
Dos décadas después de la tragedia anunciada de Antuco donde fallecieron 44 soldados y 1 suboficial, en un ejercicio militar de hipotermia; Un testigo, comandante de escuadra y suboficial de instrucción que participó directamente en esa marcha crucial revive momentos de la jornada .
Un testimonio clave revela cómo se ignoraron advertencias climáticas, se negó la posibilidad de adaptar el vestuario militar, y se ejecutó una orden tajante emitida por un oficial recién asumido. La historia de una instrucción militar que se transformó en duelo nacional.
Ese día crucial, cerca de 400 militares marchaban a 1.500 metros sobre el nivel del mar, enfrentando temperaturas que descendían a los -35 grados, sin el equipo necesario para soportar semejante frío.
La orden de continuar con el ejercicio pese a las advertencias del mal clima y la falta de preparación de los jóvenes reclutas, fue dada por el mayor Patricio Cereceda, entonces jefe del Regimiento Reforzado N.º 17 “Los Ángeles”.
“Fue la primera vez que marchamos en esas condiciones. La noche anterior ,en reunión, dijimos que no se debía salir, pero el mayor ya lo había ordenado”, recuerda el suboficial y comandante de escuadra de la Compañía de Ingenieros del Ejército, asignado en el refugio Los Barros, punto de partida de la fatídica marcha.
Tragedia Anunciada
Las condiciones climáticas en Antuco eran extremas: nevadas intensas y vientos de más de 20 km/h. Los soldados en su mayoría de la región del Biobío debían estar listos para marchar , sin mayor instrucción previa en terreno y vestidos con el uniforme estándar.
“Los conscriptos estaban bien de ánimo, pero preocupados… no por miedo a la instrucción, sino por el clima. Algunos jamás habían visto nieve, y sabíamos que eso era peligroso”, señala. No se contempló un cambio de vestuario, ni se entregaron instrucciones distintas.
La reunión de recomendaciones del día anterior alertó sobre la falta de preparación de los conscriptos, la escasez de equipo adecuado y las condiciones climáticas adversas. A pesar de ello, la marcha siguió adelante.
En Antuco, se marcha sí o sí
“Fue una orden crucial del Mayor Patricio Cereceda. Le manifestamos nuestra preocupación, pero dijo que ya estaba todo ordenado. Yo sentí que no era lo correcto, pero uno debe obedecer”, recuerda.
El año 2005 marcaba el primer periodo del mayor Patricio Cereceda al mando del batallón. Según el testimonio, la marcha que provocó la tragedia, fue también su primera experiencia en terreno con esa unidad.
No existía precedente inmediato de una instrucción similar. El último registro de condiciones adversas comparables data de 1987, cuando una marcha terminó con varios soldados con hipotermia, aunque sin fallecidos.
Esa ausencia de memoria institucional, reforzada por una planificación rígida y vertical fueron parte del ambiente perfecto de lo ocurrido. “Cada veinte años, el clima se comporta así en esa zona, es parte del riesgo del sector. Pero se olvidó”, reflexiona el suboficial.
El Duelo de los familiares
Cada año, la Agrupación de Familiares y Amigos de las Víctimas de Antuco, realiza actos conmemorativos en honor a las víctimas, para preservar su memoria y reclamar garantías, que eviten que una tragedia similar vuelva a ocurrir.
La tragedia de Antuco sigue siendo un recordatorio profundo de la necesidad de protocolos acordes a las condiciones climáticas, equipamiento adecuado para las tropas y un compromiso institucional con la seguridad de quienes sirven a la nación.
La marcha que remeció al país y dejó en evidencia falencias estructurales dentro del Ejército en cuanto a obediencia ciega, protocolos de emergencia y entrenamiento realista.
Pasado 20 años, ese eco sigue activo: la tragedia no ocurrió en el fragor del combate, sino en la desatención de una alerta que, de haber sido escuchada, habría salvado 45 vidas.


