El Caligus, conocido como el «piojo de mar» o «piojo del salmón», no solo es un problema sanitario para la industria acuícola. Su expansión en centros de cultivo y su combate con químicos ha generado un impacto silencioso en los ecosistemas costeros del sur de Chile. Así lo advierte el biólogo marino Alejandro Buschmann, quien señala que la presión de esta plaga ha sobrepasado las fronteras de las jaulas y amenaza la biodiversidad local.
¿Qué es el piojo del salmón?
Conocido científicamente como Caligus rogercresseyi, el piojo de salmón es un parásito marino que se adhiere a la piel, las aletas y las branquias del pez. Se alimenta de su mucosa y sangre, generando heridas abiertas que exponen al animal a infecciones y muerte.
Aunque es natural en ambientes marinos, su proliferación masiva ocurre en jaulas de cultivo, donde los peces viven hacinados y estresados. Para Alejandro Buschmann, biólogo y científico de la Universidad de los Lagos en Puerto Montt menciona que «el Caligus es un piojo que existe en todas partes del mundo. Este se pega en la piel del pez y le causan heridas. Para combatirlo se usan distintos tipos de tratamientos antiparasitarios».
¿Por qué es un problema ambiental?
Para combatirlo, la industria salmonera utiliza pesticidas, baños químicos y sistemas mecánicos que muchas veces terminan liberando residuos al mar. Uno de los más polémicos es el deltametrina, un neurotóxico que ha sido cuestionado por sus efectos en crustáceos y especies no objetivo.
Según diversos estudios, estos tratamientos no solo contaminan el entorno, sino que también generan cepas de piojos más resistentes. «Sabemos que esos productos pueden matar a muchos otros organismos que son naturales y que están en el plancton», asegura Buschmann.
Consecuencias sanitarias y sociales
La plaga obliga a cosechas anticipadas, eleva los costos de producción y reduce el valor nutricional del pescado. En algunos casos, los peces infectados presentan deformaciones y un sistema inmune debilitado, lo que ha llevado incluso a rechazos en mercados internacionales.
Dirigentes mapuche-huilliches han denunciado que estos tratamientos químicos no solo matan al piojo, sino también al mar. La lucha por controlar esta plaga, sin destruir el ecosistema, se ha convertido en un símbolo del conflicto entre producción intensiva y defensa territorial.


