Luana Lima_ Columna de opinión
Del sertão(región semiárida, conocida por su clima y paisajes desérticos) bahiano a los morros de Río: la historia y el nombre de la “favela”, símbolo de desigualdad y resistencia en la ciudad carioca.
Planeta Favela: una metáfora que se volvió geografía
“Planeta Favela” podría sonar a una expresión simbólica, pero en Río de Janeiro es una geografía tangible. Los morros, las laderas y los callejones componen un universo paralelo que coexiste con los barrios más ricos de la ciudad. Hoy, más de 813 favelas rodean las zonas más caras de Río, revelando una contradicción estructural: el lujo y la miseria conviven pared con pared.
El origen del nombre “favela”
Pocos saben que el término “favela” viene de una planta del sertão bahiano, la Jatropha phyllacantha, conocida popularmente como “favela”.
Durante la Guerra de Canudos (1896–1897), soldados del ejército brasileño acamparon en un cerro cubierto por esa planta. Al regresar a Río, ocuparon un morro y lo bautizaron como “Morro da Favela” en recuerdo de aquel paisaje árido.
Con el tiempo, el nombre pasó a designar cualquier asentamiento precario en las laderas de la ciudad.
De la guerra al abandono: el nacimiento de un territorio invisible
Los soldados que fundaron el Morro da Favela lo hicieron por necesidad: habían sido olvidados por el Estado, sin tierras ni apoyo. Ese patrón se repetiría durante todo el siglo XX.
La falta de políticas habitacionales, el crecimiento descontrolado y la desigualdad empujaron a miles de familias hacia las colinas cariocas.
El resultado: una ciudad partida, donde el metro cuadrado en Leblon puede costar R$ 28.000, mientras en Vidigal o Rocinha no supera los R$ 4.000.
Desigualdad vertical: la ciudad que crece hacia el morro
El mapa de Río se define tanto por su belleza natural como por su desigualdad vertical.
Mientras el litoral concentra el poder económico, las laderas se llenan de casas autoconstruidas, de electricidad improvisada y de calles sin nombre.
La industrialización atrajo mano de obra desde el nordeste, pero nunca ofreció vivienda digna.
Así nació un “planeta paralelo” sostenido por quienes limpian, cocinan, transportan y levantan la ciudad, pero que solo en el Carnaval son reconocidos como parte de ella.
Planeta Favela: entre la resistencia y el olvido
A pesar del abandono, las favelas son también territorios de creación.
En sus calles surgieron el funk, el samba, el audiovisual, el emprendimiento popular y las cooperativas comunitarias.
Son espacios de identidad, resiliencia y autogestión, donde la gente no espera que la política los salve: se organiza.
Pero la pregunta persiste: ¿por qué una ciudad tan admirada necesita mantener una parte de sí misma invisibilizada para sostener su equilibrio?
Mirar desde el morro
Cuando uno sube al morro de los Guararapes, la postal cambia.
El horizonte ya no es la playa ni el lujo, sino la vida real: ropa colgada, comercio, solidaridad.
Ese es el verdadero “Planeta Favela”: un espacio de lucha, dignidad y contradicciones, donde la ciudad respira con su rostro más humano.
Mientras sigamos llamando periferia a su corazón, seguiremos viviendo una ciudad fracturada.
Reconocer el valor del morro no es romantizar la pobreza: es aceptar que sin él, Río de Janeiro no existe.
