Con 48 años y una historia llena de giros inesperados, Iris Arévalo vuelve a comenzar. Tras décadas de trabajo en la cosmética natural, hoy se prepara para un nuevo desafío: convertirse en periodista. Lo hace con la misma pasión con la que creó su marca, con intuición y coraje. Desde Santa Cruz al mundo, su historia es la de una mujer que nunca dejó de buscar su voz.
La raíz de todo: independencia y esencia
Iris no necesitó grandes campañas para posicionarse. Bastaron sus manos, su creatividad y un recuerdo de infancia. “Mi abuela preparaba ungüentos con hierbas del campo. Eso me marcó. Quise rescatar ese saber y transformarlo en algo útil, bello y accesible”, cuenta.
Así nacieron sus jabones, cremas y cosméticos naturales. Más allá del negocio, Iris buscaba independencia y sentido. “Mis productos no solo ayudan a la piel, también cuentan una historia”.
Reinventarse después de los 40
Emprender no fue fácil. “Es como subirse a una montaña rusa emocional”, dice. Y si bien la incertidumbre económica fue una constante, nunca pensó en rendirse. Hoy, esa misma determinación la lleva a las aulas de una universidad, esta vez como estudiante de periodismo.
La semilla del cambio comenzó con sus viajes por el emprendimiento. “Me di cuenta de que detrás de cada producto hay una historia potente. Sentí la necesidad de comunicar mejor lo que hacía, pero también de amplificar otras voces”.
De inspirar a narrar: una nueva etapa
Su motor ha sido siempre su familia y las mujeres de regiones que, como ella, sueñan con más. “Me mueve saber que uno puede romper moldes, que no hay edad para comenzar de nuevo. Y que si una se atreve, puede abrir camino a muchas más”.
Entre sus logros, destaca haber construido una marca desde cero, vivir de lo que ama y atreverse a estudiar una carrera nueva a los 48. “Mi mayor logro ha sido no perderme a mí misma”, afirma con orgullo.
Mensaje para quienes recién comienzan
Iris no guarda secretos, solo convicciones: “No esperen a que todo esté perfecto para comenzar. El momento nunca va a ser ideal. Lo importante es empezar, aunque sea con miedo. Y que crean en su voz. Cada uno tiene algo único que aportar”.
Un futuro que recién comienza
Iris Arévalo no solo hace jabones, también limpia prejuicios. Su historia es la prueba de que los sueños no caducan y que cada etapa de la vida puede ser un punto de partida. Ahora, con la mirada firme y nuevos proyectos por delante, no solo emprenderá: también contará. Porque cuando una mujer decide narrar el mundo, ya nada la detiene.
